El surgimiento de aplicaciones como DALL·E, ChatGPT, Bard, Midjourney y decenas más ha puesto sobre la mesa una serie de desafíos relacionados a los derechos de autor. Estas herramientas de inteligencia artificial, por lo general, han sido entrenadas con material protegido por copyright.
Lo que muchos desconocen es que, salvo algunas excepciones, los dueños de estas obras con propiedad intelectual utilizadas para “dar vida” a los modelos IA no han recibido nada a cambio. Así, muchos creadores están empezando a alzar la voz para exigir cambios en las prácticas actuales.
Via Gumersindo Fernández